Jorge Arbenz


La soledad puede llevarte a mirar hacia atrás por aburrimiento. A mí me sucedió y me di cuenta de lo raro que era. Ya de muy niño lo era: pobre y disléxico en un colegio de ricos, castellanoparlante que veraneaba en la Cataluña profunda y olvidada, introvertido en un país de charlatanes, etc. Mi propia familia es un compendio de rarezas no siempre simpáticas. Desde que tengo memoria he tenido la sensación de andar con las manos.
En mi adolescencia tuve un encuentro crucial: mi maestro Aldo G. Müller, que me convirtió en un ser más raro todavía al hablarme de una literatura que no tenía nada que ver con la cosa que me explicaban año tras año.
También me habló de la necesidad de distribuir mejor el dinero que había en el mundo para que no hubiera gente con poco y otros con mucho; entonces fui el pobre resentido que se hacía rojo en un colegio de fascistas satisfechos.
Eso me hizo pensar en cosas más raras todavía de las que había pensado por mí mismo. Leí libros raros, vi películas raras y me rodeé de gente rara, a veces maravillosa y a veces insoportable.
También quise ser actor, profesión para raros por excelencia. Siempre me apetece hacer las cosas para las que no estoy dotado en absoluto. Hoy, en mi trabajo, soy el raro oficial; sigo leyendo libros raros, no me gustan las banderas ni sus devotos, veo películas raras y, definitivamente, la gente que aprecio es rara. Para alcanzar la rareza perfecta, dos semejantes aquejados del mal terrible e ver el mundo al revés me introdujeron en el mundo bloguero, lleno, claro está, de gente rara que un día te abre una librería de barrio y al otro publica a un catalán -fascinado por Donosti y Granada- las poesías que escribe en castellano bajo un seudónimo que homenajea a un militar centroamericano, rojo y de origen aleman.
Jorge Arbenz, que comparte apellido con el coronel Jacobo Arbenz, surgió de una propuesta para crear el personaje que, al modo de un Cyrano, rompiese mi escasa fortuna en el amor, al ser virtuoso de la palabra como Christian y apuesto como el de Bergerac (palabras del propio autor).

Ha publicado:

Días como todos (Editores Policarbonados, 2009)

Días como todos: el blog del autor
 

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